Archivo mensual: septiembre 2012

TRES GIGANTES EN VALENCIA

Vino el anterior artículo CRUCEROS GIGANTES, y éste tambien, a cuento de la visita que tres de ellos han girado por Valencia la semana pasada de primeros de Septiembre, tres del aproximadamente medio centenar que hay ahora de estos mastodontes navegando por todo el mundo. Llegaron a la ciudad del Turia, y «soltaron» más de 6.000 turistas, que del puerto se encaminaron a la ciudad para efectuar todo tipo de consumos; vemos así un caso práctico de las consecuencias económicas que puede tener para un país deprimido como es España en la actualidad un «desembarco» de este género, que, al menos, alegrará a los comerciantes valencianos la cuesta de Septimbre (ya no hay meses cuesta abajo, ni siquiera en llano). Antiguamente, recuerdo un día en que el portaaviones FORRESTAL entró en Valencia y pudimos visitarlo; sus 5.000 tripulantes sueltos eran algo que parecía insuperable, pero, mira por dónde, acabamos de dejarlo atrás.

El más pequeño de los «visitantes» es un cuasi-conocido, el COSTA PACÍFICA, un hermano más reciente pero casi calcado del siniestrado COSTA CONCORDIA por interposición en su camino de una pétrea y dura isla rocosa. Se ve que el incidente, lejos de retraer la demanda, la ha incrementado, y esta maravillosa barcaza pasea-muchedumbres con todas las comodidades llena su lista de reservas con éxito. Lo que lleva a preguntarse si, despues de lo sucedido con su hermano mayor -que duerme a la espera de desguace en cómoda posición yacente sobre la isla de Giglio- alguien ha hecho algún tipo de exigencia a la compañía, aparte de las acciones judiciales que se están llevando a cabo, y que, mucho nos tememos, salvo garantizar la crucifixión personal y profesional del capitán Schettino, dejará todos los demás títeres con cabeza, es decir, la administración italiana que permitía el saludo «Inchino», y la poderosa naviera en cuyo accionariado figura otra que se irán ambas de rositas. Y eso a pesar del reciente incidente del COSTA ALLEGRA, de la misma cuadra, en aguas del océano Indico; quedarte sin propulsión en aguas de piratas ha debido ser una experiencia tan excitante para sus aburridos pasajeros, que cuando llegaron remolcados a Mahé a nadie se le ha ocurrido protestar.

El segundo visitante es el ADVENTURE OF DE SEAS, otro súper mastodonte que se aproxima  a las 150.000 toneladas de desplazamiento total perteneciente a la Royal Caribbean. Aparte de que su propensión al gigantismo en nada asegura la viabilidad, parece que la compañía, lejos de replantearse cauces lógicos de operatividad naútica, y satisfecha con su cuenta de resultados, pretende seguir construyendo «mas grandes todavía», pues tiene importantes rivales con los que competir.

Y es que, para terminar, tenemos todo un célebre paquidermo flotante, nada menos que el QUEEN MARY II, el más grande de los tres, rebasando las 150.000 toneladas -pero sólo el tercero del mundo, aunque es mayor que muchos petroleros. El QUEEN MARY II es un híbrido entre gigante elefantiásico vacacional y crucero transoceánico, y en su pasado figuran elementos de auténtico pedigree: es el sucesor directo del QUEEN MARY I, que reposa de sus muchas hazañas -entre ellas, la Cinta Azul, y haber pasado por ojo y partido por la mitad al crucero CURACOA que le prestaba escolta con todos sus tripulantes- convertido en hotel en una playa de Long Beach, donde le han salido fantasmas, y todo. En el pasado del QUEEN MARY II, a pesar de lo jovencito que es, figura otro fantasma, el celebérrimo transatlántico NORMANDIE, que le precedió en las mismas gradas de Forjas y Construcciones de San Nazario y acabó sus días incendiado y volcado, exactamente igual que el COSTA CONCORDIA, y al mismo costado, pero en el puerto de Nueva York, que nobleza obliga. Por último añadir que, como el QUEEN MARY I, el QUEEN MARY II ya cuenta con víctimas durante su construcción,  16 muertos durante un accidente de astillero que en su página web se suelen olvidar de mencionar.

Como sus dos hermanos, el QUEEN MARY II está propulsado por modernos azipods, en concreto cuatro en vez de dos como sus primo-hermanos, que le permiten prescindir de timones y alcanzar una velocidad incomparable, 30 nudos, superior a la de sus colegas en 10, pero inferior en 2 o 3 a la de su predecesor. Así no ganará Cinta Azul que valga, pero, al menos, puede cruzar los mares en un lapso razonable. Y hasta aquí nuestra visita por este moderno muestrario naútico; valga recordar que para estos tres ejemplares sirven todas las cuestiones mencionadas antes, es decir, el posible perjuicio y riesgos que se corren con el gigantismo, que el número excesivo de barcos y pasajeros redundará con el tiempo en una merma de la seguridad -lección desde hace tiempo aprendida-, y que los sistemas de propulsión llevan aún un tiempo de prueba que los pueden hacer susceptibles de fallos insospechados e inesperados. Pero nada de ésto hace desistir al neo-crucerista, ni siquiera cambia o modifica las exigencias de la demanda. Pues bien, si esto es así, no queda más que desear que no acabemos teniendo por desgracia la misma que nos merecemos.

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CRUCEROS GIGANTES

Estamos viendo cómo, a través de los medios de comunicación y una ofensiva publicitaria con precedentes se le vende a la sociedad la alternativa vacacional de los grandes cruceros transatlánticos; vacaciones en el mar, vamos, aunque ya el PACIFIC PRINCESS seguramente se haya desguazado en una playa indonésica, y el capitán Stubbing esté disfrutando de una bien merecida jubilación como pasajero, pero sonriendo siempre. Se nos habla de la perfección de estos cruceros, de sus maravillas técnicas, de todos los increíbles y sensuales entretenimientos que se pueden disfrutar a bordo, de las visitas organizadas a lugares exóticos y con problemáticas primas de riesgo que se pueden hacer -moderna versión de un amor en cada puerto- y, en resumidas cuentas, de lo bien que lo vamos a pasar por cuatro perras sintiéndonos los reyes de los mares.

Sin querer amargar la fiesta, hay que hacer algunas anotaciones al margen de este «todo maravilloso»: los modernos cruceros, gigantescas barcazas con novedosos sistemas de propulsión tipo «azipod», no responden a criterios de calidad de diversión para el pasajero, sino meramente empresariales: igual que en la segunda parte del siglo XX se descubrió que era mucho más rentable transportar 100.000 toneladas de petróleo en un VLCC -súper petrolero- que 10.000 en uno normalito, los genios del marketing han descubierto que producen más 4.000 personas acarreadas en un barco lleno de diversiones como sardinas en lata, que 800 en un barco cómodo y razonable. Los ingenieros -olvidando célebres lecciones históricas- han dicho sí, y no solo sí sino «mucho más», así que el gigantismo de los cruceros está alcanzando, en toneladas, el de los petroleros del pasado siglo; sólo que esta vez, el cargamento no es viscoso sino de carne y hueso, es decir, seres humanos.

Las consecuencias de abordar un gigantismo desmedido por obsesivo criterio comercial garantizando sólo los medios de seguridad y el cumplimiento de la Normativa Vigente ya las hemos vivido, pringando de petróleo las costas de medio mundo en decenas de accidentes, abordajes y rupturas espontáneas de los VLCC que tambien «eran posibles». Todos los marinos saben -y deberían saberlo tambien los ingenieros- que cuanto más grande sea un buque más restringida será su maniobra, la mar se hace más pequeña, puesto que son muchos menos los lugares donde puede meterse, es mucho más sensible a quedar dominado por efectos indeseables de mar y viento, y, sobre todo, cuanto más personas lleves más difícil será evacuarlas, y llenar el barco de espacios abiertos y agujeros para ello sólo contribuirá a facilitar incendios e inundaciones, cosa sabida desde hace medio siglo. ¿A qué estamos pues, jugando con estos súper cruceros?. Hay que decir que aumentar el número de personas a bordo incrementa claramente los riesgos de perder muchas de ellas en caso de siniestro por no poder evacuar a todas.

Aparte, hay otros factores a considerar. El primero, que se ha creado una fabulosa demanda que sólo se satisface mediante la construcción de nuevos «monstruos» para llevar más gente, y los astilleros finlandeses e italianos se frotan las manos con lo que está por venir; sin embargo, del mundo de la aviación sabemos que la probabilidad de accidente se incrementa exponencialmente con el número de naves que pongas en el aire. Actualmente, aceptamos que cien aviones se la peguen al año si vuelan cien mil ¿Aceptaremos en un futuro que se accidente un súper crucero vacacional si cien llegan bien a su destino?. Y, lo más grave: ¿son estos cálculos los que, a caso hecho, están barajando las prepotentes navieras que explotan estos buques?.

Cuando transportas personas, la explotación por la explotación y el balance positivo en el ejercicio a cualquier precio no valen; hay que exigir responsabilidades suplementarias. Los super cruceros parecían estar apañándoselas bastante bien, hasta que pasó lo del COSTA CONCORDIA; y las medidas que se han tomado a consecuencia de este siniestro son buenas, pero no parece ni que las navieras ni el público -es decir, la demanda, que a veces parece tonta- hayan aprendido nada. Hay que exigir cruceros más seguros y menos saturados que el que se la pegó en Giglio. Lejos de ello, cada vez se construyen más grandes, calcados al accidentado, y en mayor cantidad, con novísimos sistemnas de propulsión -azipods- que en realidad sólo buscan sacar los motores fuera del barco para hacer más espacio dentro del «catafalco» del barco para poner más teatros, escenarios y salas de fiestas, pero que aún apenas superan la década de probada experimentación a flote. Diversión a tutiplém, pero riesgos, por mucho que se quieran disimular.

¿Estamos en vísperas de una nueva catástrofe que nos abra los ojos?. Esperemos que no, sobre todo, si se impone al fin el sentido común. Pero la mar, no lo olvidemos, ha puesto repetidas veces la soberbia del hombre en su sitio, y el COSTA CONCORDIA ha podido ser el aviso de los que está por suceder. Una nave nunca es perfecta, sólo el compromiso entre lo que se puede y lo que se quiere hacer. Repetir por tercera vez el paso en falso del TITANIC, y luego de los VLCC, en poco más de 100 años, nos conceptuaría como una de las especies más estúpidas del Orbe. Los pasos previos están todos dados: soberbia, pretensión de desmedida rentabilidad, exceso de confianza en los medios técnicos y de seguridad, gigantismo, presunción, desmedida demanda de placeres vacuos… ¿tendremos que repetir catástrofe para enterarnos de lo que ya es una verdad a gritos?. Aún estamos a tiempo de corregir, aunque, mucho me temo, el que lo intente clamará en el desierto ante el poder de los intereses creados. 

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PEQUEÑO ESCOTA-HISTORIAS DE TORREVIEJA

En la página de Historias de Torrevieja correspondiente al pasado 18 de Julio de 2012 en sr. D. Francisco Rebollo ha tenido a bien reseñar nuestra obra PEQUEÑO ESCOTA que ya cumple 11 añitos; agradecer al mencionado cronista su atención y sus palabras, y no podemos menos que invitar a todos a entrar en el mencionado blog, donde encontrará interesantes temas naúticos de toda especie:

http://franciscorebollo.blogspot.com.es/2012/07/4956-pequeno-

Asimismo, y dado el gran éxito registrado, invitar a todos a escuchar los dos programas de Historias del mar-Onda Cero de los pasados días 1 y 2 de Septiembre, donde se habló de yates desaparecidos y el submarino USS Wahoo. Esperamos que os guste. 

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