Archivo mensual: May 2014

TIERRA DE VELEROS

Afrontando ya la Feria del Libro de este año, en la que se ofrecerá alguna novedad señalada de la que daremos amplia información, se hace obligatorio recapitular sobre una temporada invernal de la que emergemos a duras penas, a pesar de que desde el poder nos adulen con unas perspectivas que no acaban de verse por ninguna parte. Este año la temporada invernal fue especialmente dura y dañina, con temporales que destrozaron todo el litoral cantábrico y señalados naufragios de pesqueros, dos de ellos en accidentes que están aún por explicarse, colisionando con rocas que figuran en la carta o interponiéndose en la derrota de un gigantesco trasporta-coches. Pero, al final, quien sufre la mar, quien la vive, es el que está ahí, al que le toca la china. Al que analiza desde una butaca, cómodamente instalado ante el ordenador, nunca le sucederá nada, ni se molestará en pensar dos veces antes de escribir determinadas cosas.

Ya dentro de otro ámbito, mucho menos luctuoso, están los desguaces. Parece que a los portaaviones, con la crisis, les ha entrado la moda de ir al desguace y no hay quien los pare; alguien debería hacerles comprender que se trata de un viaje sin retorno, del que todo barco que se precie huye como de la peste. Recientemente me he enterado de que el portaaviones estadounidense FORRESTAL, veterano del Vietnam, con 60 ños en las cuadernas y 38 de servicio en la US Navy, finalmente ha caído en las garras de la empresa chatarrera All Stars Metal, que se dispone a no dejar de él ni los chalecos salvavidas. Por supuesto que han sido decenas los intentos de conservar este superportaaviones, el primero de los «grandes»; pero el «juguete» es demasiado grande -incluso para la casa del más poderoso millonario del mundo- cuesta mucho dinero y existen ofrecimientos mejores. Así que el soplete dará cuenta del pobre viejo, que fue el primer portaaviones que tuve ocasión de visitar, en el puerto de Valencia. Recuerdo la gigantesca y altísima cubierta de vuelo, los aviones colgados del techo en el hangar, los ganchos para trincar aviones, la cabellera india de la peluquería y las anclas de cinco toneladas colgando inertes a la pendura; en aquella época -años 80- el FORRESTAL era buque insignia de la VI Flota, respetada en todo el Mediterráneo. Hoy Putin, con cuatro chatarras flotantes, se cachondea de todo el mundo mientras le atiza un bocado a Ucrania cuando tiene hambre sin que nadie diga basta.

Aquí, en España, nuestra crónica vuelve al PRÍNCIPE DE ASTURIAS, remitido al desguace en plena madurez pero no en la obsolescencia, porque había que gastarse en él 100 millones de euros o proveer 30 de mantenimiento anuales. Comparado con lo que se llevaron corruptos como Urdangarín, Blesa o los ERE (que trincaron 1.000) era casi económico, pero ahí lo tienen ahora, fondeado en Ferrol vacío y ya desprovisto de todo lo útil (tripu incluida) para pasar el cruento trámite del despiece; parece que algunos países como Angola, Indonesia o Brasil se interesaron por él (en el primer caso debía ser para convertirlo en palacio de gobernación flotante o algo así, cosas peores se han visto), pero al final la única llamita de esperanza para una salvación digna de este barco parece provenir de una plataforma formada por dos políticos que proponen a la iniciativa privada que lo salve para transformarlo en un museo o parque temático; con que le dijeran a sus compinches que devolvieran lo robado ya teníamos PRINCIPE DE ASTURIAS para muchos años, y no pasaría, nos tememos, lo que sucedió con la GALATEA, salvada «in extremis» por los escoceses, o el CANARIAS, desmembrado cruelmente porque algún gilipuertas decía que le sonaba a Franco. Si acaso, a Primo de Rivera, paleto. Si se hubiera sabido que, en realidad, representaba al período republicano en que se construyó para mantener puestos de trabajo, hoy a lo mejor teníamos esta auténtica joya fondeada en algún puerto como digno museo y pieza única de la construcción naval como era.

Pero bueno, no todo va a ser malo, y nos congratula poder informar que España, a pesar de los pesares, se consolida como «Tierra de construcción de veleros». Son muchos los ejemplares construidos en nuestro país que andan por los siete mares enseñando bandera, como el inefable JUAN SEBASTIAN ELCANO, su gemelo el ESMERALDA chileno, el GUAYAS ecuatoriano, el mexicano CUATEMOC, el uruguayo ALMIRANTE MIRANDA o el estadounidense CORWITH CRAMER, que por cierto tuve el gusto de encontrarme en Georgetown, Bermudas, durante una travesía transatlántica. Ahora resulta que los indonesios quieren mandar al retiro a su buque escuela DEWARUTJI, una bonita goleta barca de 40 metros construida en 1953 en Alemania, y lo van a hacer por todo lo alto, encargando un buque escuela nuevo a astilleros Paulino Freire de Vigo, con 110 metros de eslora, aparejo de bricbarca y capacidad para 120 alumnos y 80 tripulantes, todo por el módico precio de 51,4 millones de euros. Qué alegría, y qué envidia, que haya naciones del mundo que sigan confiando en los veleros para la formación de sus guardiamarinas, y poblando los mares de altas y blancas velas en el horizonte que permitan a las generaciones futuras, al menos, soñar.

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