Archivo mensual: enero 2014

LOS BARCOS LOCOS

Puede que sea el ambiente esquizofrénico general, o tal vez que la velocidad de giro de la tierra sobre su eje se haya incrementado por el paso de algún cometa de nombre irreproducible -simple piedra sin moldear, no como las del Vaticano-, o quizá los recortes y la llamada a la guerra en las calles estén generando un pánico intelectual y taquicardia física de tal forma que objetos que creemos inertes, como los barcos, se están viendo profundamente afectados. Ayer nos estragaban las noticias con un telediario en el que se ve la imagen de un ferry turco dirigirse hacia el muelle a mucha más velocidad de la debida, haciendo sonar perentorio la sirena, para subirse limpiamente en tierra con pasajeros y todo, con la consiguiente inundación. Reconozcamos que, por muy capaces de sean los inversores de fallar en el momento menos oportuno, un salto así a tierra, ale ¡hop! no es algo que se vea todos los días, y menos con un cacharro de más de 5.000 toneladas bajo los pies. Sin duda que el capitán debe estar todavía recuperándose del susto, por que ¿se habrá vuelto loco su barco?

La verdad es que el pasado año ya presagiaba algo al respecto, mostrándonos la inolvidable imagen del KYOTOKO-MARU en medio de una glorieta de la localidad japonesa de Kesennuma, al que ya dedicamos el correspondiente artículo. Pero, al fin y al cabo, esta barco, implacablemente condenado al desguace por los «japos», no llegó hasta allí por propia voluntad, sino a causa de traumático fenómeno natural como fue el catastrófico tsunami que asoló las costas japonesas tiempo atrás. Pero despues, lo recordarán, dos anónimos cargueros mercantes fueron a tumbarse perezosamente en las playas del Saler por un temporal de Levante, y costó Dios y ayuda sacarlos de allí, aunque de primeras los prácticos desenbarrancadores dijeran, como la Levinsky, que eso estaba chupao. Sin descartar en este caso la influencia del peculiar carácter levantino, teníamos que haber sospechado la que se nos venía encima.

Pero no lo hicimos, y aquí tenemos al auténtico clásico de esta sección, las Noticias de la Dos, volviendo a los pobres barcos más locos aún de lo que ya están. Recuerden que en su día se dijo, desde esos micrófonos, que el COSTA CONCORDIA «pendía» sobre una profunda sima a la que se podía precipitar. En realidad, el barco de crucero de 150.000 toneladas no pendía como un chorizo de ninguna parte, sino que gravitaba cómodamente acostado, aburrido de sus rutinarios y fútiles esfuerzos por el divertimento de varios miles de gilipollas en un mullido lecho de arena, del que nunca se movió, para desencanto de los reporteros. Este mismo informativo nos deleitaba el otro día con el temporal del Cantábrico en el que un barco que había «cogido» Salvamento Marítimo de pronto se había quedado «suelto». Si a un hermano sudamericano le dijéramos que vamos a «coger» un barco, nos diría lo del pescador con la sirena: ¿por dónde?; y si las autoridades europeas se enteran de que un barco anda suelto por ahí, contaminando de residuo pavorosamente orgánico los mares norteños cercanos al Gran Sol (¡pobres lenguados!), seguro que le meten a Salvamento Marítimo bronca y paquete correspondiente que dejará pequeño el de Giovanni di Falco al capitán Schiettino.

Además, la gente de mar, y especialmente el sufrido remolcador coloradete de Salvamento Marítimo que se veía en las imágenes, se preguntarán a qué diablos se refieren los redactores de las noticias de la Dos; ellos habían hecho firme el remolque a un mercante holandés, trataron de remolcarlo y el remolque faltó; como no había peligro alguno y el barco averiado flotaba bien, decidieron dejar la operación de tender un nuevo remolque para el día siguiente. Pero ellos, dios los guarde, no habían cogido ni soltado nada, en especial cuerdas, de las que a bordo sólo se conocen las del reloj; todo lo demás son cabos y cada cual tiene su nombre y apellido. A ver si nos ponemos un poco, por favor. Pero nada: anoche volvemos a las andadas contra el ya delicado equilibrio naútico mental, invitándonos a observar la maravillosa obra de partir por la mitad un barco de crucero, añadirle un trozo en medio de 39 plazas y devolverlo al agua. Esto lo habrá comprendido todo el mundo, pero si les decimos que un barco partido por la mitad suele apuntar con sus dos extremos -proa y popa- al cielo antes de hundirse (como hicieron los cruceros de batalla INVENCIBLE y QUEEN MARY en la batalla de Jutlandia, o el HOOD ante el BISMARCK en el combate del estrecho de Dinamarca) se comprenderá a qué nos referimos. Uno no puede andar por ahí cargándose el argot naval y quedar como un competente divulgador, porque a lo mejor resulta que lo que ha dicho es otra cosa. No es tan difícil pararse a pensar y decir que, seccionado el barco por la mitad en el plan del astillero, se abrió espacio entre proa y popa para meter un módulo suplementario de 39 plazas. Así, al menos el propio barco sabrá a qué se referían.

La verdad es que uno de los pocos que se han preocupado por el estado mental de los barcos en que navegaban era el gran padre y maestro Conrad, que incluso tiene un libro -LA BESTIA- escrito al respecto. Lo cierto es que la realidad debe ser mucho más prosaica y barcos que, como el VICTORY, alcanzaron fama y celebridad con sus combates, deben sentirse en este mundo de la internet como marcianos trasplantados, un pedazo de carbón o utilísimos museos, que, al fin y al cabo, es la finalidad a la que han dedicado sus últimos siglos de existencia. El WARRIOR, que fue muy poco tiempo buque de guerra y se pasó casi un siglo haciendo de depósito de combustible, cuando alguien se le acerque ahora que ya está restaurado y le pregunte por sus brillantes cañones puede que le responda: ¿Cómo dice el señor?¿Se lo lleno?¿Limpio el cristal?. Y es que la tarea es la que hace al monje, y si enseñamos ahora a los barcos a subirse por tierra como parece ser deleite en Turquía, acabaremos viendo a un ferry proclamarse el primero de su clase en subir al Everest. Lo dicho: como auténticas cabras montesas, a imagen y semejanza de la sociedad que los crea.

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